JAMES KAUFMAN
El nuevo proyecto del artista urbano KAUFMAN continua su estudio e investigación
sobre la convivencia con las figuras geométricas en nuestra vida cotidiana. En este
caso, se centra en las pistas de multideporte, donde las líneas que delimitan diferentes actividades deportivas, como fútbol, baloncesto o atletismo, se superponen y fusionan ocupando un mismo espacio.
Este modelo de pista multidisciplinar, que podemos encontrar en cualquier polideportivo, ofrece la capacidad de practicar diferentes deportes. Para ello, su configuración se convierte en un mapa de intersecciones que forman un sinfín de figuras geométricas.
Piezas que pasan desapercibidas ante nuestros ojos mientas se erosionan con nuestras pisadas y el paso del tiempo.
Olympic surge del estudio de las formas geométricas resultantes de los negativos
creados por la combinación de esas líneas; diferentes trazos que delimitan calles de
atletismo, áreas, fueras de banda o zonas de tiro libre. Piezas que sintetizan todos los deportes en uno, mediante el color negro. Unifica todas las líneas creando una sola figura de tonalidad negra, bajo la que subyacen los colores de los límites que han inspirado este proyecto. Colores que nos remiten a los aros olímpicos, formados por cinco anillos que también se entrelazan.
La fijación por las líneas y la creación aleatoria de figuras básicas que conlleva su unión, convierten el trabajo de KAUFMAN en una constante experimentación sobre nuestra existencia y todo lo que nos rodea. Un búsqueda constante de la Forma, por encima de cualquier detalle, elemento o color.
Oscar García García
ALEXANDER GRAHOVKSY
Siempre me ha resultado difícil ponerle palabras a lo que percibe el espíritu, a lo que siente el corazón. Preocupado más por qué pintar que por el cómo, en esta etapa creativa me libero de ataduras estilísticas y convierto el proceso en el centro de mi producción artística. Me dejo llevar por la intuición y pinto para que ocurran cosas, para ver lo que de otra manera no puede ser visto.
Al principio intentando domesticar lo desconocido, un esfuerzo que enseguida se muestra inútil. Mejor respirar hondo y tomarse un tiempo, dejar que la mirada vague por la pared y que sea el inconsciente el que empiece a ver, a construir una historia que parece que se quiere contar a sí misma. Que sea la pared la que nos mire a nosotros y no nosotros los que la miremos a ella, como decía Klee sobre el bosque.
Con el tiempo en suspensión, las relaciones y los elementos comunes aparecen. Magritte, Moebius y Lynch se dan la mano creando escenas oníricas que son el eco de cierta tristeza y soledad ante el mundo que nos rodea, donde dentro es fuera y fuera es dentro. Filtrando las imágenes que aparecen en el día a día usando collages analógicos o digitales como bocetos, y dejando que el óleo conviva con el dibujo a lápiz y las primeras manchas pinto paisajes de horizontes imposibles. A veces rotos, estos paisajes muestran personajes en silencio que se contemplan a sí mismos en el infinito mientras el entorno les domina, les conquista, les invade.
Dentro de ese silencio surge la necesidad de asomarme a lo que esos personajes ven en el horizonte o en las pompas que tienen ante sí. De esta manera aparece una bandera blanca en una playa desértica pidiendo una tregua o las referencias cinematográficas que contraponen a la chica con una pistola de Godard con el retrato de una mujer en llamas. Aunque esta vez solo arda el vestido que conserva la silueta de la mujer, insinuando que, quizás, nunca estuve ahí, que todo lo que vi no está y es producto de mi imaginación.
Alexander Grahovsky