LAURA FERRER
Estudiante, Profesora y directora
NOMBRE: Laura Ferrer
NACIMIENTO: Benidorm, Alicante
CIUDAD DE RESIDENCIA: Madrid
OCUPACIÓN ACTUAL: estudiante, profesora y directora
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¿En qué momento empezó a interesarte el arte? ¿Hay algún otro artista en la familia?
Lo cierto es que ya desde bien pequeña empecé a interesarme por lo artístico.
Me encantaba dibujar, pintar… incluso escenificar historietas navideñas con mis primos para entretener a la familia cada Noche Buena. Yo misma, con prácticamente ocho años, exigía a mis primos cómo debían interpretar a los renos de Papá Noel y al resto de la fauna del belén. Durante toda mi infancia (y mis padres pueden dar fe de esto) dediqué mi tiempo libre a montar pasajes del terror en el pasillo de mi casa, a vestir a mi hermano con ropa de mi madre y hacerle desfilar, a teatralizar con mis primos todo tipo de culebrones amorosos para deleitar a mis abuelos, tíos y padres con semejante show business… En fin. Más adelante, en el grupo de teatro del instituto, y gracias a Gadea, a Guille y a Mai Mès, apareció la verdadera pasión por las artes escénicas que arrastro, con mucho gusto, hasta hoy. Yo vengo de una familia de peluqueros (mi madre y mi padre lo son, y mis dos abuelas también lo fueron) y mis abuelos se dedicaron toda la vida al transporte, así que no me precede ningún artista; aunque sí es cierto que mi abuela fue durante un tiempo en su juventud cantante (y de las buenas) y mi padre siempre ha tenido un talento innato para lo artístico que, aunque él niega, yo puedo afirmarlo. También mi hermano Víctor se dedica a la música.
Si tuvieses que reflejar tu lenguaje artístico en un plato de cocina, cual sería el título y sus ingredientes.
Seguramente sería un plato de porquería, pero con buen sabor. Mezcla de guarradas dulces y saladas de colores vivos y eléctricos. Siropes varios, colorantes alimenticios para empanar, alguna que otra americanada como aros de cebolla y patatas fritas, coronadas con alguna chuchería pintoresca; y una rodajita de sandía, para dar alegría. Lo bautizaría como: Todo esto antes era campo.
¿Si tuvieses que hacer un dúo artístico con quien lo harías?
Con mi buen amigo Arturo, sin duda. Ha sido mi compañero de aventuras artísticas ( y no artísticas) desde tiempos inmemoriales y el trabajo con él siempre es fácil y maravilloso. Nos entendemos bien y nos lo pasamos mejor.
¿Con qué personaje histórico te gustaría cenar?
Qué difícil. Tendría que pensarlo muchísimo y probablemente hacerme un esquemita de pros y contras. Así a priori, yo creo que cenaría con María de la O Lejárraga. Sería precioso oír de su boca, y sin filtros, cómo fue vivir a la sombra de un hombre y entender esa aventura trágica que conformó su vida. La frustración que debe generar el arte bajo pseudónimo y tener que renegar de los derechos legales y artísticos de una creación íntima.
¿Cuándo empiezas un proceso creativo de un nuevo proyecto, ¿Qué sueles hacer? ¿Cuál es tu punto de partida?
Lo que intento hacer siempre (aunque no siempre lo consigo) al empezar un proceso creativo es reunirme con los pilares que conforman el proyecto, que suelen ser el autor, el ayudante de dirección, escenógrafo y vestuarista. Exponemos nuestras ideas de cómo llevar a cabo una actualización crítica del texto y cómo imaginamos la puesta en escena. Tomamos decisiones (no definitivas) de cómo empezar a enfocar el montaje y el proceso de ensayos: hacia dónde vamos, de dónde venimos, qué es interesante contar, ensalzar, ocultar, la contextualización y el estilo desde el que queremos abarcar la propuesta escénica. Es importantísimo tener la premisa de no imponer ningún elemento artístico. Compartimos ocurrencias e inquietudes, desestimamos muchas cosas y se nos aparecen, como epifanías, muchas otras. Después es cuando, a partir de unas ideas concretas pero moldeables, nos adentramos en el proceso creativo de ensayos. Siempre abiertos a una investigación dentro de un marco establecido donde los actores juegan, buscan, encuentran y comparten, vemos qué funciona y qué no, y a través del ensayo-error, poco a poco, alcanzamos un resultado variable.
¿Cuáles son tus influencias?
No sé si tengo unas influencias concretas ni si podría exponerlas como tal. Siempre pienso que un artista bebe de quien o quienes le enseñan, porque al final la técnica siempre se aprende. Yo tuve a lo largo de la carrera de interpretación textual un profesor guía, Mariano Gracia, que mucho de lo que ahora hago estoy segura de que se lo debo a él. Han sido muchas horas viéndole montar escenas y analizar textos, destripar y comprender personajes y comportamientos, y de algún modo, siento que mucha de mi obra es influencia de su estética y visión. Siempre he pensado que sus montajes son algo parecido a cuadros vivientes, una plástica explosiva y loca, referencias al Slapstick y al hiperrealismo escénico, la sensación de estar dándole la vuelta a una obra y encontrar la crítica sardónica del dolor cómico… todo esto y más, ahora mismo está inherente (o eso intento) en cualquiera de mis proyectos, pasados o futuros.
Proyecto o pieza que recuerdes con cariño dentro de toda tu trayectoria.
Siempre recordaré con cariño eterno Caer para levantar, montaje que dirijo y en el que también actúo que nació como mi trabajo final de carrera. Es verdad que me queda muy reciente, porque de hecho seguimos a pie de cañón dándole movilidad a la obra, pero desde luego significa mucho para mí y lo siento ya familia. Retrocediendo unos años más atrás, para que quede más lejano el recuerdo, guardaré en mi memoria con cariño siempre la última función de Doña Raquel y su cimbrel, el taller de Siglo de Oro de mi 3º de RESAD. Creo que no he tenido mejor experiencia ni volveré a hacer algo así jamás, fue algo inexplicable, loco, espontáneo, puramente medieval. Quien hubo visto aquel último pase sabrá a lo que me refiero, y estoy segura de que lo recordará siempre (no sé si con “cariño” es la palabra).
¿A qué sitio irías a "desconectar" del arte durante unos días?
No sé si podría llegar a desconectar del arte ni yéndome al fin del mundo. No sé si querría. No sé, siquiera, si el arte se puede desconectar. Nunca he vivido esa “desconexión” absoluta. Imagino que lo más parecido a una desconexión artística para mí es reemplazar el arte por la familia. Así que sin duda me iría a mi pueblo, a Altea, al campo que se une al mar, a ver a mis abuelos, a estar rodeada de gallinas y montículos de piedra bajo el sol mediterráneo. Con mi madre, con mi hermano, con mi padre. Aún así, qué difícil sería desconectar. Y qué duro.
¿Qué te traes ahora entre manos con respecto a tu trabajo?
Ahora mismo estoy esperando poder dar movilidad al montaje que acabamos de estrenar en el Corral Cervantes, Caer para levantar. Ha sido un proceso creativo maravilloso que sigue creciendo y seguimos alimentando poco a poco, y me gustaría conseguir que dieran sus frutos todo el trabajo y tiempo que le hemos dedicado. Son momentos difíciles para el teatro y conseguir esto necesita mucha dedicación. También tengo en mente nuevos proyectos que llevo largo tiempo planeando y meditando junto con mi compañero y amigo Arturo Martínez. Estoy esperando ansiosa el momento de poder hacerlos florecer. Uno es una recreación en puzzle con textos de Tío Vania y La gaviota de Anton Chèjov, y el otro es una propuesta futurista de los textos de Luciano de Samósata.
¿A quién te llevarías a una isla desierta?
Es tan difícil escoger a una sola persona de entre todas las que quiero, que me ha costado poco decidirme. ¿La soledad cuenta como alguien? Porque me iría sola. Solísima. Es dificilísimo encontrar esos momentos de soledad ahora mismo, en este mundo loco del non-stop, y a mí la soledad me encanta. Sonará un poco antisocial, pero creo que estar solo es necesario. Sobre todo, enfrentarse a esa soledad y llegar a amarla. Me parece que alcanzar eso es algo maravilloso. Así que, ¿por qué no? Me iría sola. Sin duda alguna.
Si tuvieras que describirte en una sola frase, ¿Cuál sería?
Imagino que sería algo así como: La sinrazón del no saber sabiendo. A veces me siento un poco la duda personificada, a veces siento que no sé nada, dudo mucho de mí, dudo mucho de todo. Descartes estaría orgulloso.
¡GRACIAS LAURA!
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